Las buenas ideas
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- Categoría: Fábulas
- Escrito por Flavio Heredia
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Erase una vez, en los tiempos en los que las hadas convivían con los humanos, en que una muchacha caminaba preocupada por un sendero. Su abatimiento se debía a su pobreza. Llevaba algún tiempo sin encontrar una forma de ganarse la vida, y sus ahorros empezaban a escasear. Así que la tristeza de la mano del desánimo, iban andando a su lado.
Entonces, un hada se hizo presente y le dijo así: "Si logras tener una buena idea, tus bolsillos se llenarán de monedas de oro." La muchacha sonrió pues nada perdía con intentarlo mientras alcanzaba el próximo pueblo. Así que se puso a pensar con todas sus fuerzas en proyectos y acontecimientos que pudieran parecer buenas ideas a un hada de los senderos.
Pero cuando caía la noche y estaba llegando a la aldea, aún seguía con los bolsillos vacíos. Y no podía imaginarse por qué, pues creía haber repasado todas las costumbres que se les suponían a las hadas, y los deseos que se contaba llenaban sus fantasías. Así que se paró a la entrada del pueblo a descansar, y entonces vino a su mente un pensamiento: Obsesionada por acertar con una buena idea en el mundo de las hadas que le permitiese ganar muchas monedas, no había dado rienda suelta a su creatividad, a su intuición, y a su inteligencia.
Y seguro que si habéis llegado hasta aquí en vuestra lectura ya sabréis lo que ocurrió en este instante: sus bolsillos rebosaban monedas de oro.
(Autor anónimo)
Leyenda China
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- Escrito por Anónimo
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En aquel tiempo, dice una antigua leyenda china, un discípulo preguntó al Maestro: |
Un Sueño en Bizan
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- Escrito por Shiro Saigo
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"Un Sueño en Bizan" De: Shiro Saigo
"Hacia poco me había decidido a dar una vuelta por la península de Shimbara para buscar caza. La estación se anunciaba excelente y tenia grandes esperanzas.
Me acorde entonces que a dos kilómetros del castillo Shimbara, cerca del que me hallaba. Había una fuente Shinto de agua termal, en las faldas de una montaña llamada Bizan y me dirigí hasta allí para bañarme y descansar.
Había descubierto esta fuente siete años antes. Había entonces muchas personas que seguían una cura termal. Abundaban los hoteles. La guerra ruso-japonesa sin embargo lo había destruido todo y ya no quedaba ninguna morada medianamente habitable.
En el umbral de la casucha, plantada en medio de ese lugar desierto y a la vez encantador, la vieja guardiana vendía pasteles a los niños que acudían a jugar a este monte sagrado.
Le pedí que me acogiera a lo que ella respondió con benevolencia y me dijo: "Lo único que puedo ofreceros, si os parece bien, es un poco de arroz y una estera bastante mala. Afortunadamente esta noche va a venir a bañarse un viejo Samurai, siempre podéis pasar la noche hablando con él. "Ahora id a bañaros y descansad de las fatigas del camino "
Cuando entro el viejo Samurai, le dedique un saludo ampuloso. Al enderezarme vi sus cabellos de nieve, su larga barba de plata, y sobre sus ropajes, las armas de su Maestro y, si mi memoria no me falla, se trataba de un bastón llevado por sacerdotes budistas. Todo en él denotaba que era un alma buena. Me presente: "Me llamo Shiro Saigo y he venido aquí para cazar. He oído hablar de vos, ¿Pecaría de indiscreción si os preguntara vuestro nombre?"
Él me respondió: "Antes de haber renunciado al mundo, servia a un gran príncipe al que enseñaba el Arte del Kendo. Ahora se me conoce como "Furuneko Mushinsai". He construido, muy cerca de aquí en la montaña un pequeño refugio y allí, dedico mis días a estudiar."
Yo pensé: "¡Que nombre mas extraño!". Así como el significado de Mushinsai "el que ha renunciado al mundo" era efectivamente un nombre Samurai, Furuneko que significa "gato viejo" resultaba ya más curioso. Intrigado pues por el origen de ese nombre le hice participe de mis pensamientos: "He recorrido muchos lugares pero, ¡Nunca llegue a oír un nombre semejante!"
"Tiene razón, me respondió sonriéndome, Furuneko, no es mi nombre ni el de mis hijos pero, eso sí, es algo muy personal.
Lo llevo a raíz de una extraña aventura en la que me vi envuelto hace ya mucho tiempo. No creo que pudierais comprenderla si no poseéis unos ciertos conocimientos del Arte de la Guerra. ¿Los tenéis?"
"Sí le respondí, soy un apasionado de las Artes Marciales desde mi niñez, en estos últimos dieciséis años he estudiado Judo con el Maestro Jigoro Kano, pero por desgracia aun no he aprendido todos sus secretos. Os ruego que me contéis la historia de vuestro nombre, enterarme por vos me produciría una gran alegría". "Esta bien, dijo el viejo Samurai después de un instante de reflexión, os hablare."